lunes, 23 de mayo de 2011

Edgar Allan Poe

  Edgar Allan Poe
Boston, EE UU, 1809-Baltimore, id., 1849) Poeta, cuentista y crítico estadounidense. Sus padres, actores de teatro itinerantes, murieron cuando él era todavía un niño. Edgar Allan Poe fue educado por John Allan, un acaudalado hombre de negocios de Richmond, y de 1815 a 1820 vivió con éste y su esposa en el Reino Unido, donde comenzó su educación.
Después de regresar a Estados Unidos, Edgar Allan Poe siguió estudiando en centros privados y asistió a la Universidad de Virginia, pero en 1827 su afición al juego y a la bebida le acarreó la expulsión. Abandonó poco después el puesto de empleado que le había asignado su padre adoptivo, y viajó a Boston, donde publicó anónimamente su primer libro, Tamerlán y otros poemas (Tamerlane and Other Poems, 1827).
Se alistó luego en el ejército, en el que permaneció dos años. En 1829 apareció su segundo libro de poemas, Al Aaraf, y obtuvo, por influencia de su padre adoptivo, un cargo en la Academia Militar de West Point, de la que a los pocos meses fue expulsado por negligencia en el cumplimiento del deber.
En 1832, y después de la publicación de su tercer libro, Poemas (Poems by Edgar Allan Poe, 1831), se desplazó a Baltimore, donde contrajo matrimonio con su jovencísima prima Virginia Clem, que contaba sólo catorce años de edad. Por esta época entró como redactor en el periódico Southern Baltimore Messenger, y más tarde en varias revistas en Filadelfia y Nueva York, ciudad en la que se había instalado con su esposa en 1837.

Su labor como crítico literario incisivo y a menudo escandaloso le granjeó cierta notoriedad, y sus originales apreciaciones acerca del cuento y de la naturaleza de la poesía no dejarían de ganar influencia con el tiempo. La larga enfermedad de su esposa convirtió su matrimonio en una experiencia amarga; cuando ella murió, en 1847, se agravó su tendencia al alcoholismo y al consumo de drogas, según testimonio de sus contemporáneos. Ambas fueron, con toda probabilidad, la causa de su muerte.

La obra de Edgar Allan Poe
Según Poe, la máxima expresión literaria era la poesía, y a ella dedicó sus mayores esfuerzos. Es justamente célebre su extenso poema El cuervo (The Raven, 1845), donde su dominio del ritmo y la sonoridad del verso llegan a su máxima expresión. Las campanas (The Bells, 1849), que evoca constantemente sonidos metálicos, Ulalume (1831) y Annabel Lee (1849) manifiestan idéntico virtuosismo.
Pero la genialidad y la originalidad de Edgar Allan Poe encuentran quizás su mejor expresión en los cuentos, que, según sus propias apreciaciones críticas, son la segunda forma literaria, pues permiten una lectura sin interrupciones, y por tanto la unidad de efecto que resulta imposible en la novela. 

Poemas

El valle de la inquietud
    Antes, un silencioso valle sonreía Cuando la gente en él no moraba, Pues habían partido hacia la guerra Confiando su cuidado a las plácidas estrellas Que vigilaban desde sus azules torres. Velaban por aquellas flores, Entre las cuales durante el día Ponía el sol perezosamente su luz. Ahora, cada visitante confesará La triste intranquilidad del valle. Todo existe allí sin movimiento, Todo salvo los aires que cobija La mágica soledad. ¡Ah, ningun viento Aquellos árboles seculares agita!, Estremecidos como los helados mares En torno de las hébridas brumas! ¡Ah!, ningún viento anima aquellas nubes Que cruzan el inquieto firmamento Veloces, eternamente rumorosas, Sobre las violetas que allí aparecen A la mirada, en miríadas de tipos, Sobre los lirios que se mecen Y lloran sobre la tumba innominada. Mecen, desde fuera de sí, fragante cáliz, Eternos rocíos derramándose en gotas. Lloran, de sus dulces dedos, Lágrimas perennes que descienden en forma de gemas.

El día más feliz la hora más feliz
    El día más feliz, la hora más feliz Mi marchito y estéril corazón conoció; El más noble anhelo de gloria y de virtud Siento que ya desapareció. ¿De virtud, dije? ¡Sí, así es! Pero, ay, se ha desvanecido para siempre. El sueño de mi juventud Mas dejadlo ya esfumarse. Y tú, orgullo, ¿qué me importas ahora? Aunque pudiera heredar otro rostro, El veneno que has vertido en mí ¡Permanecerá siempre en mi espíritu! El día más feliz, la hora más feliz Verán mis ojos -sí, los han visto-; La más resplandeciente mirada de gloria y de virtud Siento que ha sido. Pero existió aquel anhelo de gloria y virtud, Ahora inmolado con dolor: Incluso entonces sentí que la hora más dulce No volvería de nuevo, Pues sobre sus alas se cernía una densa oscuridad, Y mientras se agitaba se desplomó un ser Tan poderoso como para destruir A un alma que conocía tan bien. 

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