viernes, 20 de mayo de 2011

Octavio Paz




OCTAVIO PAZ (1914-1998)
Ensayista y poeta mexicano. Es uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos. Escritor fecundo. Su obra abarca varios géneros, entre los que sobresalen textos poéticos, el ensayo y traducciones. Colaboró activa y constantemente en el impulso de la cultura a través de la fundación y participación en innumerables revistas, como Taller, Plural y Vuelta. También fungió de profesor, conferencista, periodista y diplomático.

No cabe duda que, a través de los años, Paz fue una personalidad polémica. Desde muy temprano dejó las formas poéticas tradicionales para lanzarse a la modernidad. Su obra poética pretende "liberar a la palabra de reglas o propósitos utilitarios" para devolverle su esencia mágica, haciendo uso casi exclusivo del pensamiento y de una rima interna y sutil, algunas veces difícil de captar.

En cuanto a sus ensayos, nos encontramos ante una variedad impresionante de temas, sobresaliendo los de asunto antropológico, en particular en lo referente al mexicano, como lo atestigua su obra clásica El laberinto de la soledad. Pero también abundan, especialmente en su poesía, los temas del amor, del erotismo, de la poesía, de lo religioso y de la metafísica del ser.

Recibió varios premios literarios, como el del Príncipe de Asturias, el Premio Cervantes y el de Tocqueville. Pero el mayor de todos fue el Premio Nobel, en 1990, otorgado como reconocimiento universal a su obra. Fue el primer escritor mexicano en recibirlo, y uno entre los varios concedidos a los autores de la literatura hispánica.
 


Primavera a la vista

Pulida claridad de piedra diáfana,
lisa frente de estatua sin memoria:
cielo de invierno, espacio reflejado
en otro más profundo y más vacío.

El mar respira apenas, brilla apenas.
Se ha parado la luz entre los árboles,
ejército dormido. Los despierta
el viento con banderas de follajes.

Nace del mar, asalta la colina,
oleaje sin cuerpo que revienta
contra los eucaliptos amarillos
y se derrama en ecos por el llano.

El día abre los ojos y penetra
en una primavera anticipada.
Todo lo que mis manos tocan, vuela.
Está lleno de pájaros el mundo.

El pájaro

En el silencio transparente
el día reposaba:
la transparencia del espacio
era la transparencia del silencio.
La inmóvil luz del cielo sosegaba
el crecimiento de las yerbas.
Los bichos de la tierra, entre las piedras,
bajo la luz idéntica, eran piedras.
El tiempo en el minuto se saciaba.
En la quietud absorta
se consumaba el mediodía.

Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron...
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.

La rama

Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.

Se yergue, flecha, en la rama,
se desvanece entre alas
y en música se derrama.

El pájaro es una astilla
que canta y se quema viva
en una nota amarilla.

Alzo los ojos: no hay nada.
Silencio sobre la rama,
sobre la rama quebrada


Viento

Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.





No hay comentarios:

Publicar un comentario